Cuando la vi por primera vez, estaba en la calle, sin rumbo fijo, abandonada, con hambre y en mal estado...y me miraba con sus grandes ojos almendra..... en realidad esos ojos nobles se quedaron impregnados en mi corazón.
Canela es una perrita labradora color amarillo crema, de tamaño mediano y muy, pero muy hermosa, bueno, dicen que las mamás vemos a nuestros hijos hermosos, será por eso que veo a Canela tan linda. Cuando la vi, de inmediato le proporcioné alimento y agua y ella supo como volver cada vez que lo quisiera. Fue así como a la cuarta o quinta visita, comenzó un aguacero y Canela no se amedrantó y se quedó allí al borde de mi puerta, agradecida por ese alimento que yo le daba. Mi esposo, no se aguantó y decidió abrirle la puerta para que se guareciera en mi hogar. Yo sabía que una vez que entrara.....nunca mas podría desprenderme de ella, mi Canela.
Para mi sorpresa Canela estaba preñada, así que nos dimos a la tarea junto con mis hijos de cuidarla y amarla hasta que tuviera sus bebés. Teniamos todo preparado para la llegada de mis "nietos", inclusive habíamos preparado a un amigo mio veterinario para que atendiera el parto. Sin embargo nuestra Canela buscó otro sitio mas tranquilo para tener sus perritos: se fué de la casa a punto de dar a luz, para una cueva en un barrio en zona rural cerca a Pereira.
Gracias a Dios, un vecino supo donde estaba mi perrita y me dió las indicaciones de donde encontrarla, yo sin demora la busqué y le llevé alimento.
Estaba hambrienta, sucia y muy delgada pues según personas del lugar, Canela no salió en todo la semana desde que tuvo sus perritos, quizá por miedo a dejarlos solos y que algún niño los cogiera o tal vez, tenía la certeza que sus perritos quedarían a merced de algún animal callejero...o no sé, el hecho fue que mi perrita salió y comió como loca y por supuesto, volvió a su cueva a amamantar a sus perritos. Dentro de la cueva se vislumbraban tres perritos blancos, redondos como peloticas, quietos como si estuvieran dormidos. Ella desde el fondo de la cueva oscura me miraba orgullosa....
Les confieso que en la tercera visita ya estaba preparada mentalmente para traermela, de alguna manera sabía que no iba a dejarla mas tiempo en aquella cueva, no podía...Canela ya era parte de mi familia. Pues bien, mi hermana se agachó, estiró la mano y no sé como, pero logró sacar uno por uno los tres perritos; mi hija y mi esposo los iban colocando en el carro y Canela salió tras ellos. La verdad no me pareció extraño que mi perrita ladrara como loca, pues siempre había escuchado que a los animales no les gusta que les toquen los recien nacidos. Sin embargo seguimos el viaje rumbo a mi hogar y allí instalamos los tres perritos en una comoda cobija. Canela, sin embargo continuó ladrando y se mostraba molesta, venía y miraba los perritos y luego se paraba enfrente a la puerta como queriendo irse. Yo era partidaria de no dejarla marchar, pero mi esposo casí me obligó a abrirle la puerta a mi perrita pues ya llevaba como media hora ladrando y angustiada por irse.
Mi hija y yo salimos a comprar comida para los perritos, pues concluimos que nos iba a tocar la crianza de estos ya que su mamá Canela se había marchado. Mis vecinas vinieron a visitar los perritos, había algarabía de todos por verlos pues eran adorables...sin embargo mi corazón no iba a quedar tranquilo hasta que mi bella labradora apareciera de nuevo.
A la hora mas o menos, apareció mi perra llevando en su hocico un perrito negro...pasó de largo ante todos nosotros, acostó su perrito junto a los otros y se acostó a amamantar a sus cuatro adorables hijos, ahora si, con la tranquilidad de saber que todos estaban bien. Ahora comprendo que mi perra nos trataba de decir: oigan, dejaron a mi otro bebé, por favor debo ir por él, abran la puerta!!! . Es bueno explicar en este punto que cuando recogimos los perritos, era claro que el cachorrito de color negro no se observaba en la cueva oscura y por eso no lo sacamos del lugar.
Como no adorarla, como no amarla, si siempre nos ha dado lecciones de amor, de nobleza. Como no aprender de ella y de todos los animales, ese instinto materno y esa nobleza que los caracteriza.
Mis hijos, mi esposo y yo somos mejores personas desde que Canela nos endulza con su presencia.
Hermosa y conmovedora historia con final felíz. Lo fácil que es amar y cuidar a estos bellos seres y saber que hay tanta gente que es indiferente y se pierden la alegría y la satisfacción de hacer algo útil por ellos. Los felicito por esa bella familia
ResponderEliminar... ME encantan los perros... esta historia esta muy conmovedora... Un abrazo a Canela... :)
ResponderEliminarhttp://www.trejoscomics.blogspot.com/
Hermosa historia, asi es como se reafirma que los animales son mejores seres vivos que nosotros mismos, los humanos!
ResponderEliminarmuy bonta historia ya que hay muchas personas que abandonan a sus perro pero tu salvaste a canela
ResponderEliminarhayyyyyyyyyyyyy como no admirarlos y aunque la ciencia dice q no es inteligencia sino instinto....sus acciones demuestran lo contrario......nuestras mascotas son una bendicion............
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